jueves, 12 de agosto de 2010

Élites masivas

Para acabar externalizando la programación del teatro de la Laboral no hacía falta tanta vanguardia.

Ortega y Gasset sospechaba hace un siglo que la Administración pública tiende a empujar a sus profesionales hacia su máximo nivel de incompetencia. Desde entonces hasta hoy se han depurado diferentes maneras de conseguirlo, una de ellas es poner en marcha un proyecto sin visión, sin estrategia, con una consigna rimbombante y cortoplacista que se va estrellando contra todo hasta demostrar su futilidad. Ejemplo: el teatro de la Laboral.

Se presentó en 2007 al mundo como un espacio para la vanguardia cultural, la programación de élite (cada vez que oigo la palabra «élite» me escarpio; quien la pronuncia se siente parte de ella y aspira íntimamente a que los muros invisibles nunca se derriben, cómo va a existir una «élite masiva»...).

A la hora de echar a andar el teatro de la Laboral asistimos al sonrojante episodio que hubo de padecer Daniel Gutiérrez Granda, el cual ofreció al respetable público un ejemplo de honestidad muy poco frecuente en la política y en la vida. Finalmente Mateo Feijoo acometió la tarea de programar bajo la consigna de la vanguardia. Se le puso en contra la industria teatral asturiana porque se sentía arrinconada, y el público, porque da pereza coger el coche y plantarte en la Laboral sin tener muy claro qué se va a ver. Y, claro, es conveniente y hasta necesario que el público asista a los espectáculos.

De manera que lo que tenemos hoy es un equipamiento cultural muy deficitario e ignorado masivamente por los ciudadanos porque su programación de alta calidad no interesa.

Ahora viene José Luis Moreno, cual primo de Zumosol, con espectáculos masivos aptos para todos los públicos, como el de Isabel Pantoja, cuya vida privada no me interesa nada, pero que es la mejor voz viva de la copla en España y que tiene legiones de fieles apoyaos en el quicio de la mancebía. Pero el cambio va más allá; el modelo de programación varía: el teatro ya no programa, externaliza para reducir riesgos y poder exigir convocatoria de público. Pues para este viaje no hacía falta tanta vanguardia en la alforja.

Pienso que si la Universidad Laboral es un espacio merecidamente «reconquistado» para la ciudad de Gijón después de lustros de ostracismo, hay que arrastrar literalmente a los ciudadanos hasta allí, conseguir que la incorporen a su itinerario cultural inconsciente. Eso exige una sistemática de programación para élites masivas, es decir, plural, variada, que toque muchos palos, también el experimental, por supuesto. Luego ya se podrá ir definiendo con respecto a otros equipamientos como el teatro Jovellanos.

¿Será lo que se está proponiendo ahora? ¿Se conseguirá programando principalmente con José Luis Moreno? ¿Podremos gestionar la cultura de forma competente sin pasar previamente por el máximo nivel de incompetencia?

jueves, 5 de agosto de 2010

Chica de oro

TVE estrena la versión española del clásico americano y yo imagino a la alcaldesa de Gijón en un quinteto de pícaras maduras sabias.

Rebajo momentáneamente mi cabreo por la ceguera de RTVE al prescindir de sus profesionales veteranos y programas de producción propia, ante la excelente idea de reeditar en versión española la laureada serie americana “Chicas de oro”. Por cierto que esta comedia blanca, interpretada por Concha Velasco, Carmen Maura, Lola Herrera y Alicia Hermida, se compra a la productora de José Luis Moreno, que figura en la investigación sobre la trama de Jaume Matas. El caso es que este anuncio ha coincidido con el irse despidiendo de Paz Fernández Felgueroso y no he querido evitar la asociación de ideas.

Ignoro si nuestra primera edila tiene dotes interpretativas -me da que no- pero yo me la imagino haciendo de sí misma en un quinteto de pícaras maduras sabias, que es lo que son las chicas de oro. Mujeres que han bregado mucho en la vida, han dado y recibido tanto -bueno, malo y mediopensionista- y finalmente han apostado por un carpe diem sosegado que consiste en no olvidar, perdonar, reírse principalmente de sí mismas, comprender, no agobiarse si no se comprende, conformarse, exigir lo justo y disfrutar de la amistad y la vida.

Creo que la presidenta de nuestra corporación tiene algo a partes desiguales de la coquetería de Blanche, la franqueza con galones de Sophia, la ironía levemente amarga de Dorothy y la utopía vestida de ingenuidad de Rose. Lo que Paz –Peace en la versión americana, claro- aportaría sería el resultado de toda una trayectoria pública en clave femenina.

Desde la niña bien rojilla hasta la primera alcaldía femenina de Gijón, pasando por bufete propio de abogada, la Consejería de Industria en periodo de reconversión, la Secretaría de Estado de Asuntos Penitenciarios con ETA tras el cogote... Feminista, conversadora, escoltada, esposa, madre, abuela, amiga…

Daría la réplica a sus atribuladas compañeras de piso apelando a episodios de grata e ingrata memoria: el Gijón diverso, parque tecnológico, suelo industrial, zonas verdes, escuelas infantiles, el Botánico, el Acuario… pero también reveses judiciales, las cuentas de la cultura, Talaso con arquitectura de ambulatorio, dale al rascacielos en Poniente, que se va la arena y a saber qué pasó en Cabueñes.

Y ese gobernar el rebaño municipal plagado de ganas de hacer pero también de egos, y el rebaño ciudadano nunca satisfecho, y aguantar las ganas de decir con propios y contrarios.

No cabe duda, una auténtica chica de oro. Creo que toca sacarle partido desde esa nueva perspectiva. A ella y a las demás porque ¿qué sería de nuestra ciudad sin todas y cada una de nuestras chicas de oro?

jueves, 29 de julio de 2010

Karma político

PP se ha hecho un lío con la candidatura de Cascos y PSOE ha guardado las formas pero necesita una campaña de marketing.

Hubo un maestro budista al que uno de sus discípulos boicoteaba cuestionando sistemáticamente sus enseñanzas. Los demás alumnos, avergonzados del comportamiento del revientaclases, acordaron llamarle la atención y exigirle respeto al maestro. Pero éste les disuadió explicándoles que formaba parte de su karma: el rompenarices le hacía practicar paciencia y humildad. Aquí decimos que tenemos lo que nos merecemos; el plus budista es que puedes aprovecharlo para mejorar.

El funcionamiento de los partidos y de la clase política tiene pinta de ser un karmazo del tamaño de la catedral de Burgos. O lo superamos o lo seguiremos padeciendo. El sistema electoral y la disciplina de partido han dejado crecer dos formaciones mastodónticas con su correspondiente pensamiento único cada una. En realidad sucede que sólo piensa uno, que no tiene por qué ser el más listo pero es el que se ha colocado mejor y coloca a los demás.

Así que, por ejemplo, cuando los partidos dejan a los suyos libertad de voto, como el PSC y CiU en el debate antitaurino catalán, el hecho merece un titular por excepcional y, al contrario, se afea la conducta de quien no cumple, como el socialista Antonio Gutiérrez al no apoyar la reforma laboral. Esto de puertas afuera, intramuros la tensión sube enteros, se dice por lo bajini una cosa pero se espera la consigna, que puede ser justo la contraria.

Esto nos deja en un secarral de ideas, en una ausencia de liderazgo y carisma que parece que el amigo budista se ha exiliado finalmente derrotado por el alumno cojonero. El talento hace tiempo que se ha fugado de la política a la empresa, la investigación, las ONG…

En Asturias vivimos tiempo de relevo en líderes o aspirantes, y ocurren cosas curiosas. La formación más pragmática por naturaleza, el PP, se ha hecho un lío con la candidatura de Francisco Álvarez Cascos haciéndole un flaco favor a éste o al que definitivamente sea candidato. Da la impresión de que algunos prefieren seguir perdiendo a tener posibilidades con según qué personas.

Y la izquierda, más ideológica y a veces fratricida, ha organizado sin embargo el cambio guardando las formas. No sabemos si Vicente Álvarez Areces realmente quería irse -parece que Paz Fernández Felgueroso sí- pero ya pueden montarles a Javier Fernández y a Santiago Martínez Argüelles una campaña de marketing al estilo ZP y la ceja circunfleja porque al que vota hay que entrarle por el ojo y el oído, y ninguno de los dos parece ir sobrado de imagen por el momento.

Aún queda recorrido pero veremos qué dicen las urnas, qué nos merecemos y qué lectura hacemos de nuestro karma político.

jueves, 22 de julio de 2010

Gijón lantoki

Abre sus puertas en Legazpi el museo-factoría de Eduardo Chillida, en cuyo mapa creativo estará siempre Gijón.

“El buen sembrador siembra cantando” dejó dicho Gabriela Mistral. Era un consejo pedagógico –revolucionario en su momento, sin duda, porque la letra entró con sangre durante lustros- pero, llevado a otros aspectos de la vida, es igualmente inspirador. Lo que se da con alegría se recibe con alegría.

En el caso del arte, no digo yo que no deba salir del desgarro interior, pero hay creadores que, una vez asumido que inspira lo que duele, consiguen transmitir un mensaje constructivo, sosegado, positivo, pacífico… Eduardo Chillida es uno de ellos y en Gijón lo sabemos.

Ayer se inauguró en Legazpi (Guipúzcoa) el Chillida Lantoki –o “factoría de Chillida”- que trata de mostrar cómo afrontaba el artista vasco su proceso creativo e industrial, particularmente el relacionado con el hierro. Es el complemento al Chillida Leku de Hernani, museo que recoge gran parte de su obra repartida entre piezas al aire libre y otras que pueden disfrutarse en un imponente caserón del siglo XVI.

Casi todo se puede y se debe tocar en ese museo por expreso deseo de Chillida, así que la visita con niños se relaja varios enteros para empezar. Al final, los niños han hecho suya cada pieza y una descubre que la obra con niño dentro, al lado o con los pies colgando, cobra vida y sugiere aún más cosas.

Lo mismo ocurre desde 1990 con nuestro Elogio del Horizonte. ¿Quién diría entonces, con la monumental polémica que provocó, plenos municipales subidos de tono, el encofrado plagado de pintadas, insultos y patadas a la autoridad en el acto inaugural… que Chillida se saldría con la suya, conseguiría que hiciéramos nuestra aquella “mole” y que acabara siendo emblema de ciudad?

Recuerdo que al artista le horrorizó, en una de sus visitas a Gijón durante el proceso creativo de la obra, la inocente intención municipal de ir acotando caminos hacia lo alto del Cerro de Santa Catalina, en dirección al Elogio. No, no, los caminos irán surgiendo con las pisadas de la gente, dijo. Así fue, en esto y en otros detalles que a los mortales parecían irrelevantes y a él no.

Me encantó constatar que el Chillida Leku –e imagino que, a partir de ahora, el Chillida Lantoki- recibe la visita de muchos gijoneses y asturianos. Y es verdad que, una vez allí, siente una la honrilla de vivir en una ciudad que figura en el mapa creativo de este vasco ensimismado, religioso, profundo, cuya obra, decía, “habla a todos los hombres a la vez” para transmitirles que “el arte nos conduce a tratar de hacer lo que no sabemos”.

Mira que excelente argumento, en los tiempos que corren, para una escapada cultural a Guipúzcoa y para “revisitar” el Elogio del Horizonte. Por supuesto, con vistas a inspirarse y sembrar todos un poco en la misma dirección -cantando, claro- y que Gijón sea un “lantoki”. De ideas.

viernes, 16 de julio de 2010

Arquitectura efímera

Nuestras empresas se enganchan a la marea roja para vender confianza, lo veremos en FIDMA; pero el esfuerzo tiene sus lastres.

Hay cosas que se hacen con mucho esmero a sabiendas de que duran poco, por ejemplo, la empanada de berberechos de mi tía Maruja. Otras se crean para durar hasta el infinito y más allá, y sin embargo, tienen una vida azarosa, por ejemplo, una bandera.

La empanada de mi tía es arquitectura efímera pero hay más ejemplos. La Feria Internacional de Muestras de Asturias, a punto de celebrarse en Gijón, está plagada de arquitecturas efímeras, algunas de un coste que podría parecer desproporcionado para el tiempo que se van a utilizar: dieciséis días. Son los stands de las empresas e instituciones que no cuentan con pabellón permanente.

Unos son diseñados al milímetro por expertos en el arte de transmitir la cultura de una organización en treinta metros cuadrados de formas y colores. Otros están estandarizados porque el presupuesto de la entidad en cuestión es ajustado. Todos tratan de amortizar la inversión utilizándolos en otros eventos, como el vestido que se compra para una boda con la idea de lucirlo en otras dos más.

El gobierno y particularmente el ICEX, están calibrando el viento a favor que se ha generado en nuestra imagen exterior con la copa del mundo y, por primera vez en muchos años –demasiados- observan que funciona la bandera, el toro y el rojo, mal que le pese a Esperanza Aguirre que, según cuentan, dio a Telemadrid la consigna de que se hablara de “marea rojigualda” y no roja. Pequeñeces de los políticos y grandezas de los ciudadanos que damos los pasos que ellos no dan. Tampoco los magistrados del Constitucional andan muy espabilados: han tardado tanto en decir lo obvio que muchos fingen haberse olvidado de que es obvio.

Y así, ocurre en las ferias de turismo extranjeras que el ICEX facilita una “marca paraguas”, España, con un espacio común que luego puede “parcelarse” para que cada comunidad autónoma muestre sus beldades y, a veces, frente al stand paraguas está el de una o dos comunidades que van por libre, con su propia arquitectura efímera bien diferenciada. Luego llegan los visitantes y se preguntan si Cataluña o País Vasco están o no en España. Prefiero no saber lo que les dicen en los stands diferenciados porque igual volvemos a darle tarea a Mª Emilia Casas y ya le costó a la muchacha salir del primer envite.

Lastres al afán de nuestras empresas por engancharse a la marea roja y vender confianza dentro y fuera –en FIDMA veremos ese esfuerzo-. Es uno de los muchos provechos que podemos sacar de nuestro deporte y de nuestra arquitectura común no efímera: sabemos ser inteligentes y, a la vez, dejar que nuestro corazón hable. Como en el Mundial.

jueves, 8 de julio de 2010

Amor y rutinas

La ley del aborto, necesaria y realista, ayudará a que la maternidad se ejerza con más libertad y responsabilidad.

Hoy, varias mujeres gijonesas y asturianas -cuyos nombres no conocemos pero que existen-, completan el plazo de tres días de reflexión que exige la nueva ley del aborto. Serán las primeras mujeres que, en caso de que su decisión sea no seguir adelante con su embarazo incipiente, aborten sin tener que dar explicaciones, sin pagar por la intervención y sin fingir una alteración psíquica para entrar en uno de los tres supuestos que contemplaba la ley anterior.

No digo nada de los miles de mujeres que hubieron de salir de España para abortar o las que se dejaron la salud o la vida en el intento al someterse a prácticas clandestinas. De evitar aquellos terribles episodios ya se encargó la ley de 1984 que, si bien nunca habló de aborto libre, hizo la vista gorda al coladero del supuesto sobre el “riesgo para la salud psíquica de la madre”.
De manera que con la nueva norma no abortarán más mujeres sino, como hasta ahora, las que quieran hacerlo, pero esta vez sin hipocresías hirientes, con dignidad, el respaldo de la ley y recursos del Estado.

Hablamos de 180.000 mujeres al año en España, de las cuales poco menos de 2.000 son asturianas. Tienen nombre y apellidos. Existen, son y entendieron que, al igual que nadie les puede imponer un matrimonio, negar una profesión o someter a cualquier servidumbre por el hecho de ser mujeres, tampoco nadie puede obligarlas, al inicio de un embarazo, a llevarlo adelante y ser madres en contra de su voluntad.

Garantizar esa libertad ayuda a que la maternidad sea más responsable porque uno de los factores decisivos para ello es que sea deseada; el mejor de los comienzos para emprender la mayor aventura imaginable: tener un hijo y formarle como persona, con amor y rutinas.

El amor es afecto, protección, valores, ejemplo, autoestima, recursos… Las rutinas son orden, responsabilidades, normas –suficientes, claras y razonadas- tiempos, espacios… y un margen a la sorpresa. En este día a día de amor y rutinas, hay conflictos, concesiones, desfondamientos, riñas, renuncias, trastazos, éxitos inesperados y emociones en permanente estado de ebullición. Hacen falta recursos –no sólo materiales- para semejante ochomil. Y las ayudas, fuera del ámbito familiar –benditas abuelas- son muy pocas.

Creo que la nueva ley del aborto tiene mucho que ver con todo esto. No con la evitación de una responsabilidad, sino con la plena toma de conciencia de ella. Reconocernos a las mujeres la libertad de decidir sobre nuestra maternidad, hace más madura y responsable a la sociedad en su conjunto, y multiplica el efecto del amor y las rutinas.

jueves, 1 de julio de 2010

Tontilistos

Los manifestantes laicos, el burka, el IVA… ese sufrido día a día ciudadano en el que pasan cosas que pasman.

A uno de los supervivientes de la catástrofe aérea de Los Andes –aquella que dejó a un grupo aislado en la nieve durante más de setenta días- se le atribuye la famosa frase de “lo hicimos porque no sabíamos que era imposible”. En esa misma línea, los científicos presumen de aplicar el “pensamiento lateral”: cuando se tiene delante un reto, por utópico que parezca, hay que rechazar la idea recurrente de que es imposible, y abordarlo de forma imaginativa. Así avanza la ciencia y hemos conseguido, por ejemplo, erradicar enfermedades o conquistar el espacio.

Claro, hablamos de héroes y talentos, seres que escasean en el terrenal devenir. Cuando descendemos al sufrido día a día ciudadano, pasan unas cosas que pasman porque no alcanzan ni la consideración de sentido común corriente y moliente.

Murió José María Díez-Alegría, empeñado toda su vida en tender puentes entre la Iglesia y el mundo real, y no por miedo a que la Iglesia se vaciara de fieles sino por el dolor de ver el éxodo de fieles sin iglesia, uno de ellos él mismo.

Tanto esfuerzo en pensamiento lateral para que, por poner un ejemplo, el día de San Pedro, Paz Fernández-Felgueroso tuviera que justificar ante un grupo de manifestantes autodenominados Asturias Laica, su participación como alcaldesa de todos los gijoneses en el tradicional acto religioso del patrón de Gijón. A veces matan moscas a cañonazos justamente los que más presumen de ponerse al servicio de la razón. Resultado: acaban perdiéndola.

El trabalenguas del burka es otro despropósito que espero no perturbe las estivales aguas gijonesas. Resulta que ahora encuentra defensores en las filas socialistas: hay que permitir que le borren la cara a mujeres y niñas, no vaya a ser que alguna de ellas haya tomado “libremente” la decisión de renunciar a su rostro y a su identidad. Prohibirles esa automutilación sería un atentado a su libertad. ¿Estamos dispuestos a dar por buena esta reflexión?

Este mundo cotidiano al revés y plagado de reveses se antoja estos días interminable. Hoy sube el IVA y ya se anuncia un nuevo impuesto, pero dice el gobierno que las economías modestas no lo notarán; pues quienes parecen fuera del penar impositivo son los nuevos ricos de esa lista de fortunas que no deja de crecer. Se refunda la izquierda refundida, hecha de refundaciones que parecen pensadas por el enemigo para asegurarse de ir bien agarrados cuesta abajo y pedaleando. Y para rematar, nos avisan los expertos de que estamos en suicidio demográfico porque andamos reproductivamente desanimadas, y encima desanimando a las únicas que arriman el hombro, las inmigrantes.

Va a ser verdad lo que me repite desde hace años mi amiga Susana: que el mundo está dominado por los “tontilistos”, listos para conseguir el mando, tontos para todo lo demás.

jueves, 24 de junio de 2010

Diez negritos

Cambio la «Semana negra» actual por aquella primera que encontró en El Musel la mejor estética imaginable.

En el clásico de Agatha Christie, diez personas aisladas acababan muriendo aunque, a la vez, una de ellas era la asesina. Yo leí de niña aquel libro de mi padre y comprendí que el crimen novelado tenía un poder subyugante -mafia, locura, guerra fría, terrorismo, bandas urbanas, da igual-, al cual no tenía intención alguna de sustraerme. Hasta hoy.

La «Semana negra» gira en torno a esa pasión compartida por tantos, con malsana intención de contagiar a más y más. Es un activo para Gijón, está llamada a formar parte de nuestro acervo cultural y acabará siendo -seguramente lo es ya- una de nuestras señas de identidad.

Pero confieso que hay dos elementos -uno que falta y otro que me sobra- en el actual formato. Ambos tienen relación. El que falta es el espacio idóneo para su celebración. Y no es nostalgia, es convicción: la mejor estética imaginable, la escenografía cómplice de verdad de este invento estuvo y está en El Musel. Sí, ya sé que el sentido común de la atracción de masas la ha llevado a otros entornos pero yo niego esa otra mayor. Me sobran las atracciones y el ruido.

Prefiero una «Semana negra» menos mastodóntica en la que, como al principio, te cruzabas básicamente con personas atraídas por reflexiones compartidas, presencia de autores, leer, comprar, hojear libros... y, de paso, tomarse una copa y dejarse sorprender por música en directo u otras artes escénicas. Hoy me frustra el contraste de las atracciones llenas y las carpas, a veces, semivacías. No sé si es la forma idónea de promocionar el género aunque sin duda sí lo es colocar un hito en el calendario festivo.

Por lo demás, el invento lleva sus dineros; de entrada, más de 90.000 euros del presupuesto festivo gijonés, aunque al parecer le llegarán otras partidas de la administración local y regional. No me impresiona lo que cuesta la cultura. Es siempre rentable porque es, como dice el experto en economía del sector cultural, Lluís Bonet, «poderoso generador del imaginario simbólico colectivo». La cultura nos dice quiénes somos, juntos y por separado. Pero seguramente ese otro enfoque -ya sé, obsoleto e imposible- de la «Semana negra» que añoro, ayudaría a ajustar unos céntimos a las arcas comunes, cosa de agradecer en tiempos de ética y estética del ahorro en la vida pública y privada.

Pero ahí están los próximos diez días negros. Y como son lo que han llegado a ser, me confieso cómplice emocional de la moratoria mantera propuesta por el concejal Jesús Montes Estrada. Me duelen esos manteros atrapados en el juego perverso de la deuda contraída. Bien pensado, todos somos un poco manteros, ¿o no?

jueves, 17 de junio de 2010

Desnortados

Negaron la crisis, niegan la depre, nos niegan el sol y andamos gachos y descreídos.

En los cursos de gestión del tiempo -hay que dedicar tiempo a organizar el tiempo- una aprende a distinguir entre lo urgente y lo importante. Atorados por lo primero, vamos aplazando lo segundo, que suele ser enjundioso y nos da una pereza bestial. Hasta tal punto nos embarga la galbana por lo que importa, que buscamos urgencias aunque no las tengamos mientras el elefante crece y crece hasta aplastarnos.

Zapatero negó la crisis cuando olía a quemado y ahora niega la «depre» cuando todos andamos gachos y descreídos, y a él se le están despegando las cejas de puro insomnio presidencial. Y no digo yo que no anduviera a cosas urgentes pero aplazó lo importante. Y negó la «depre» a Felipe González porque sintió que el presi senior, de la que le tendía la mano, le robaba protagonismo. No reparó en que, cuando González habló, todos -los que le escuchaban en el Congreso y los que andábamos achicando los miedos cotidianos- sentimos que nos pasaban la mano por el lomo dolorido.

Hasta nostalgia me produjo Matilde Fernández, con su pelillo ya cano, a su paso por Gijón. Aquella ministra peleona, hoy senadora, de la que el otro día me paré a leer titulares por si arrojaban algo de luz. Un regreso emocional, el nuestro, al «star system» político de los ochenta y noventa que, por cierto, corre a favor de Francisco Álvarez Cascos y es aviso a navegantes.

Es que andamos desnortados, sin fuelle para huelgas ni para urnas ni para nada. Y como todo va zarapicando, ahora también huérfanos de primavera, que no sabemos si florecer o mudar la hoja, porque nos han negado el sol. Ésta debe ser la ciclogénesis explosiva que nos mandaron hace unos meses y que aún estábamos esperando; ha debido coger la ruta larga para llegar hasta aquí. Es la globalización del efecto invernadero, al que le deben haber hecho un roto en el plástico. Y como todo va mezclado, pues ahora se demuestra, por ejemplo, que el ladrillo se arrimó demasiado a la ribera del Piles y el río está dispuesto a reconquistar sus aledaños, hoy convertidos en garajes.

Desnortada, a falta de Norte, buscaré el Sur. Tengo hasta el siete de julio para presentar mi curriculum a la Agencia Europea del Espacio, que busca voluntarios para pasar un invierno austral -de febrero a noviembre, unos cincuenta grados bajo cero de media- en la Antártida. Hay que ser capaz de estar aislada del mundo y dedicar un tiempecito al día a cosas no urgentes pero importantes. Rutinas, torre de libros, Ipod y a esperar a que escampe. Ya lo dijo Cela, el que resiste, gana.

jueves, 13 de mayo de 2010

Fútbol gay

Subidón y posterior batacazo por la imagen de Ibrahimovic y Piqué.

Andaba yo estos días de subidón porque la foto de Ibrahimovic y Piqué había conseguido que empezara a mirar al fútbol con otros ojos. La imagen, apta para todos los públicos, me atrapó: dos iconos del balompié español en un momento de gran ternura que puede ser perfectamente amorosa.

Aún más me gustó la jugada cuando, comentada con mis retoños futboleros, constaté orgullosa que no le concedían ninguna importancia al asunto de “chico quiere a chico” aunque ambos chicos procedan del ámbito futbolístico, atravesado todavía por lenguajes y actitudes de épica machota de la maricastaña profunda.

Para rematar y como respondiendo a mis reflexiones, Pedro de Silva razonaba recientemente en estas páginas que el fútbol es un “hecho civilizador”. Caramba.

Casi avergonzada de no haberme dado cuenta por mí misma del cambio y, en todo caso, feliz de que Ibrahimovic, Piqué y De Silva me hubieran abierto las meninges a la vanguardia futbolera… contemplo en televisión al sueco espetándole a una periodista “vente con tu hermana a mi casa y verás si soy maricón”. Castañazo.

Vale, machote, queda claro: no quieres que pensemos que eres “maricón”. Y yo espero que no lo seas –homosexual, quiero decir- porque entonces mi desplome moral será aún mayor.

Bien pensado, aún puedo desmoralizarme más, porque seguro que habrá chicas dispuestas a ir –solas o con sus hermanas- a reírle las gracias a este muchacho, cuando lo suyo es ponerle la proa a ver si por la vía del boicot sexual comprende que no hace falta insultar para hacer una aclaración; es más, nadie está obligado a hacer aclaraciones sobre su vida íntima.

Es curioso cómo estos profesionales se someten con disciplina japonesa a las exigencias de sus respectivas empresas –el Real Madrid, por ejemplo, es la marca española más reputada internacionalmente, reconoce el ICEX-, van niquelados a todas partes, aceptan autógrafos y flashes sin un mal gesto, alinean su discurso y participan en interminables giras de promoción.
Sin embargo, nadie les ha debido decir que los tiempos cambian y que también incrementa la reputación de marca ser sensible y respetuoso con la diversidad que puede darse en el vestuario propio o en el ajeno.

Pues nada, volvamos a los neardentales futboleros antes de que se cruzasen con los sapiens. Y soñemos con que Manolo Preciado o Pep Guardiola, hoy paradigmas del liderazgo deportivo, algún día, en algún lugar, con cualquier pretexto, tengan un gesto hacia la diversidad sexual.
Sería estupendo para los homo, los hetero, ellos, ellas, grandes, niños, aficionados, hostiles…

Ah, se me olvidaba, también le harían un inmenso favor al fútbol.

jueves, 6 de mayo de 2010

Exilios

El catálogo de exilios es tan amplio como el destrozo de separarnos de lo que amamos y nos identifica.

“Me siento como una balsa en medio del océano porque el exilio me ha arrebatado mi identidad; en España soy argentino, en Argentina me dicen ‘gallego’”. Escuché estas palabras recientemente, en boca del realizador hispanoargentino Agustín Furnari Alonso de Armiño, cuando presentaba en Langreo el documental “Mi padre es un desaparecido”.

Cuenta el regreso de la esposa e hijo de Ceferino Fernández Álvarez –uno de los más de cuarenta asturianos desaparecidos en la dictadura argentina- a Muñalén (Tineo), su pueblo natal.
Si Ceferino hubiera conseguido escaparse de las garras de sus verdugos, habría emprendido su segundo exilio. El primero fue económico; el regreso, de haberse materializado, sería político.

Días después asistí en el Ateneo Obrero de Gijón a la presentación de “Ninguna tierra es la nuestra”, una recopilación de poemas de diversos autores cuyo nexo es el intento de describir -para aliviar- el tormento del exilio. Palabras sangrantes, lastimosas, reivindicativas, tiernas a veces en medio del dolor. Hielan el alma. Ha sido elaborada por el grupo pedagógico Eleuterio Quintanilla como propuesta didáctica para trabajar con alumnos de primaria y secundaria.

La presentación finalizó con un recuerdo muy emocionado de José Ángel Álvarez Cienfuegos, integrante del grupo y recientemente fallecido. La muerte podría parecer el exilio completo pero quizás sea al revés; tu identidad adquiere forma definitiva. En el caso de Álvarez Cienfuegos, no me quedó la menor duda: le han querido mucho. Si algún día estuvo exiliado, ha regresado.

Por supuesto que es necesario llevar a las aulas los sentimientos que lanza al aire el volcán del exilio. En esa nube paralizante nos reconocemos todos aunque “no nos hayamos ido a ninguna parte” porque el catálogo de exilios es tan amplio como las diversas formas que adopta el destrozo de separarnos de lo que amamos y nos identifica. Todos lo hacemos varias veces a lo largo de nuestra vida.

Exilio político, económico, familiar, laboral, afectivo… Cuando ocurre, nos quedamos sin asideros y –paradoja- hemos de recurrir a nosotros mismos para seguir caminando, cuando nosotros mismos hemos sido parcialmente borrados por nuestra huida forzosa. Somos una sombra sin figura.

De manera que no sólo se trata de ponerse las gafas de sentir como sienten los inmigrantes, también cómo sintieron nuestros padres y abuelos, como lo harán nuestros hijos, amigos…y finalmente nosotros mismos. Comprender para comprendernos.

Dice Javier Marías que “poca gente se empecina en seguir defendiendo a los derrotados y a los muertos”. Quizás esos pocos son lo que están realmente empecinados en entenderse a sí mismos para luego explicarse el mundo.

jueves, 29 de abril de 2010

Melancolía cilúrniga

El súbito descubrimiento de miles de piezas abandonadas en la Campa Torres no es azar sino necesidad.

Volvamos un momento al Gijón pre Campa Torres, a la ciudad que éramos antes, por ejemplo, de la recuperación del litoral, el Elogio del Horizonte, el concierto de Tina Turner o el 0,7 solidario.

Aquellos fueron hitos en la definición de la nueva urbe. Hubo muchos más, claro, pero estos pocos me gustan por su calado, capacidad de arrastre o peso simbólico; empujaron para que Gijón sea esa ciudad poliédrica que nos tiene enganchados.

De Gijón se pusieron las tripas al aire para interpretarlas, desde la Campa Torres hasta Veranes pasando por el cerro de Santa Catalina. Se completó así el recorrido de los fundadores de la ciudad: los cilúrnigos habilidosos de Noega, los romanos astutos de Gigia.

De aquellos hallazgos vienen estos museos, no sin algún disgustillo en forma de cacerolada contra, por ejemplo, la apertura al público de las Termas Romanas. Más de una lágrima derramó entonces la arqueóloga Carmen Fernández Ochoa. Hoy todo es paz y candor en el entorno de San Pedro.

Conocí por entonces a Francisco Cuesta, arqueólogo codirector, junto a José Luis Maya, de las excavaciones de la Campa Torres y hoy accidentado director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime. Le hice muchas entrevistas; era profesional comunicativo, didáctico, entusiasta. Guardo de él una excelente impresión.

Sustituye en el cargo a Pepe El Ferreiro, al que le han pasado la apisonadora para quitarle las arrugas de la chaqueta de pana. Me quiere sonar esa vieja treta de “lo que te hemos dejado hacer hasta ahora, de repente, es un atentado contra los pilares de la gestión cultural”. En fin, creo que Francisco Cuesta nunca debió aceptar el caramelo envenenado de Grandas de Salime.

Como tampoco creo en las casualidades, así que estoy plenamente convencida de que el súbito descubrimiento de miles de piezas de valor arqueológico abandonadas en la Campa Torres, no es puro azar sino necesidad. Parece como si la irregularidad hubiera dormido el sueño de los justos hasta que hizo falta rescatarla del olvido e instrumentalizarla contra quien estorba.

Me pregunto por qué esas piezas salieron del circuito de la ortodoxia arqueológica y, en vez de tirar hacia la gloria del patrimonio común, se pudrieron por lustros en un hoyo. Hay que aclarar qué paso, quiénes son los responsables por acción u omisión, y también quiénes los que, sabiendo, callaron y ahora plañen la negligencia.

Vamos a demostrar que hemos heredado el sentido común de nuestros antepasados. Sin duda lo tenían. Otra opción es volver a la Campa Torres, rascar frío y comer bellotas, y comenzar la historia desde el principio.

jueves, 22 de abril de 2010

El señor Leotárdez

Demostración de que la ignorancia es no saber pero también no entender lo que se sabe.

Año 1973. Mi hermana y yo recibíamos catecismo en la iglesia gijonesa de Fátima, la antigua iglesia que –curioso- tenía entrada justo por la fachada posterior a la actual. La preparación para la comunión consistía básicamente en memorizar oraciones y cánticos.

Entre los cantos había uno pensado para el momento anterior a la comunión. Decía: “ven, ven Señor, no tardes; ven, que te esperamos”. Como memorizábamos las canciones sin el texto escrito, yo cometí un error de bulto; la cantaba así: “ven, ven señor Leotárdez; ven, que te esperamos”.

Yo me preguntaba quién sería aquel señor Leotárdez por cuya venida clamábamos los niños. Barruntaba que era poderoso y severo; eso me intimidaba así que secretamente deseaba que no llegara nunca. A pesar de ello, me tiré el catecismo completo –no digo nada en la ceremonia de la comunión- llamando a todo pulmón al amigo Leotárdez.

No sé cómo nadie se dio cuenta de mi error. Yo tampoco hice preguntas acerca de Leotárdez porque era niña temerosilla y obediente, como todas las de mi generación. Años después, prácticamente en la mayoría de edad, descubrí la verdad de la canción. Para entonces, el señor Leotárdez formaba parte indisoluble de mi infancia.

He contado la anécdota decenas de veces y la he convertido en una especie de fábula para mis alumnos: la ignorancia es no saber pero también no entender lo que se sabe. Estudiar es comprender, la práctica se encarga de consolidar ese conocimiento, pero es imprescindible la comprensión profunda de lo que una se trae entre manos.

El asunto tiene calado. Por ejemplo, estoy convencida de que hay servidores públicos que conocen de vista pero no hacen suya la Constitución; médicos que, tras años de ejercicio, aún no han captado que también las emociones enferman y curan; o jueces que aplican las leyes sin haber interiorizado su sustancia (ay, Garzón, te quieren linchar los dueños de la letra pequeña, una caterva enloquecida por sus frustraciones).

Por lo que a mí respecta, a veces imagino que en una sala de espera alguien llamará al señor Leotárdez o -el colmo- que un día abriré la puerta de casa y me toparé con alguien que me diga: “hola, soy el señor Leotárdez”.

A estas alturas, Leotárdez ya es un buen amigo al que no estoy dispuesta a renunciar, una especie de Pepito Grillo que me recuerda que nada de lo que sé o creo me sirve, si de vez en cuando no le doy un repaso y me aseguro de estar de acuerdo conmigo misma en el sentido que tiene. Fundamental para vivir como se piensa, de lo contrario una acaba pensando como vive… o viviendo sin pensar.

jueves, 15 de abril de 2010

Sobrecostes intachables

Hacemos una contratación pública a la española, con sobrecostes legales que nos afean en Europa.

Jaume Matas tiene razón. La ley española de contratos del sector público permite que un proyecto presupuestado y adjudicado inicialmente en un precio acabe costando más, incluso mucho más. Lo dijo en la famosa entrevista a la IB3, televisión autonómica balear, acerca del Palma Arena. Claro que, en el caso de Matas, si el sobrecoste fue legítimo, sería un borrón de legalidad en su trayectoria, vista la dimensión de la trama en la que andaba metido. Y no echo más sal en la herida de otros porque la contemplación del presidente autonómico en semejante trance ha de ser tan deprimente que debe quedar congelada la mano votadora por lustros. A lo mío.

Los asturianos tenemos dos sobrecostes curiosinos: El Musel y el Hospital Central de Asturias. En el caso del puerto gijonés, la fiscalía ha dicho que no ve indicio de delito, que esos 216 millones de euros de más -un 43 por ciento de lo inicial- están justificados por la dificultad técnica del proyecto y convenientemente explicados ante las autoridades responsables. Eso sí, la Autoridad Portuaria se ha endeudado hasta la peineta para poder pagar el desfase.

En el caso del Hospital, aún no conocemos la cifra definitiva del sobrecoste. Hubo uno inicial de 54 millones sobre los 205 de partida, pero está por determinar el segundo. Tampoco aquí se ha detectado intención de sisar. Es decir, son sobrecostes por el libro, intachables en su ejecución, desfases «comme il faut» que diría Sarkozy gesticulando sobre sus alzas con la cada vez más lánguida Bruni a su vera.

Pues precisamente por eso la Comisión Europea ha denunciado a España ante el Tribunal Europeo de Justicia, porque hemos convertido en legal una forma de hacer que chirría y que pone en peligro las salvaguardas necesarias contra la corrupción. A saber: sacamos a concurso obras mastodónticas, atornillamos a las empresas en las condiciones económicas, luego modificamos los contratos aflojando la saca y dejamos a las demás empresas mirando para Valladolid. Los constructores también se han quejado; dicen que se sienten indefensos. Es que al final hemos creado tendencia, hemos innovado en nuestra mismidad contratadora: «¿Piden llave en mano? Sí, pero a la española. Ah, acabáramos».

El trasfondo del asunto es más simple. Esto lo pagamos todos, con ese dinero público que ya escasea pero que tanto necesitamos para subsidiar a las familias que se derrumban, dar trabajo con obra pública, hacer políticas que muevan la economía. Con ése. Así que yo no me pregunto si mis próceres me han sisado -creo y quiero creer que no-, les exijo que sean gestores eficientes, como si el dinero que es de todos fuera suyo.

jueves, 8 de abril de 2010

Telerrepúblicos

La TDT trae libertad al espectador y negocio a la industria, pero la crisis frena el cambio.

Bienvenido a la república independiente de mi casa» es el eslogan que la multinacional sueca Ikea escogió para su campaña en España. Acertaron los nórdicos con ese impulso tan latino de hacer de nuestro hogar ese delicioso reducto de libertad de sofá, chocolate y zapatilla.

La tele ha hecho ese mismo recorrido. Una vez fue la misma para todos, pero será cada vez más nuestra república independiente de información y entretenimiento. Un paso esencial ha sido el encendido digital. Es el fin de la televisión generalista y el principio de la famosa segmentación de las audiencias, o sea, cada uno decidirá qué quiere ver, cuándo y de qué manera. Porque a la TDT la acompañan otras televisiones no convencionales, a través de internet o de móvil. Todo está por escribir.

Por lo que respecta a la digital terrestre, hemos superado la prueba: el apagón no nos ha dejado a oscuras, nos vamos haciendo con el mando. Pero ahora llega un reto doble: que el espectador explore la oferta que se le irá abriendo, la personalice y la premie; y que la industria audiovisual crezca con el negocio de crear y ofrecer productos para públicos -repúblicos- tan diversos.

En Asturias el sector es joven, debilitado por la crisis, atomizado y muy dependiente de la RTPA. La televisión autonómica no puede ser la panacea de las productoras, aunque es verdad que se echa en falta en su parrilla un magacín matinal -y también vespertino- emblemático y estable. Así que la solución no es reclamar un segundo canal cuando aún está por consolidar el primero. Es preciso unirse, echar a volar la creatividad y vender fuera lo que ideamos y eventualmente podamos realizar aquí.

En ese sentido, la construcción de complejos audiovisuales en Asturias -platós en la zona central-, la creación de una Film Comission para atraer rodajes a nuestra región o la iniciativa de crear un cluster audiovisual al estilo del que ya existe en otras regiones, son un buen comienzo.

Problema: la crisis ha puesto sacos de arena a un panorama prometedor. Por un lado, ha dejado al sector en chasis, por otro, ha reducido la inversión publicitaria -TVE ha dejado de emitir publicidad y el resto de las cadenas prácticamente no se han enterado-. Encima, no está claro cuál va a ser el futuro modelo publicitario: si la televisión deja de ser generalista, lo mismo le ocurrirá a la publicidad. ¿Será atractiva para los anunciantes y rentable para las televisiones esa nueva publicidad?

Muchas incógnitas, casi tantas como telerrepúblicos. Por lo pronto, los dueños del mando tenemos la oportunidad de hacer aún más nuestra esa caja en la que puede haber mucha y variada vida inteligente.

jueves, 1 de abril de 2010

Tribulaciones de una turista norteña

Según el INE, nuestro modelo turístico nos ha salvado, por omisión de sol, de morder el polvo de la crisis.

La piel de toro se ve distinta desde el envolvente Sur. Es lo mismo pero no es igual. Aquí están aliados con el huevo frito meteorológico mientras en nuestro Noroeste no hacen más que entrar frentes y bailar las isobaras. Los grafistas de la tele se pirran por colocarnos nubes color plomo y rayos con efecto, que nos hipnotizan, junto con esa danza iniciática de las meteorólogas cuando entran en trace de explicar lo que el tiempo nos depara.

Meteorólogos y grafistas han sido siempre dos estrechos colaboradores para espantarnos los turistas en temporada alta aunque es un hecho que nuestro clima tiene su carácter y con él hemos tenido que negociar para diseñar un modelo turístico distinto al del huevo frito.
Aferrados a nuestro mantra del paraíso natural, siempre hemos mirado con envidia lo que ocurría de Pajares a África, esa borrachera de sol mientras nosotros aún andábamos soplándonos los sabañones.

Y resulta que ahora los indicadores de la crisis económica hechos públicos por el INE nos dicen que manifiestamente nuestro modelo turístico nos ha salvado, por omisión de sol, de morder el polvo. El cáncer del ladrillo y el desplome del turismo extranjero se han cebado en 2009 en Canarias, Valencia, Andalucía y Cataluña, mientras que a Galicia, Extremadura, Madrid, Navarra, País Vasco y Asturias nos han tocado de refilón y nos quedamos en la zona suave del mapa de la recesión.

Por estas latitudes en las que me hallo, a orillas del Mediterráneo, la visión desde los paseos marítimos es la de una estética urbana congelada en los setenta, con los cambios justos para seguir tirando del filón turístico. Lenguas de ladrillo, algunas a medio hacer, bajan de las laderas hasta playas y bahías.

Manifiestamente menos ingleses y alemanes abonados al turismo estacional pero idéntica cara de felicidad de los que ya han fijado aquí su residencia. Sonrosados y jubilosos, manga corta en abril y calcetín de rombos bajo la chancla, disfrutan del sol y el sistema público de salud como de una segunda oportunidad. “En el pecado va la penitencia”, canta El Lebrijano en un chiringuito playero de esos que Zapatero no se atrevió finalmente a desmontar…

En estas tribulaciones me hallo, sumida en el magnetismo andaluz en tiempos de pasión. Asisto al paso del Jesús de la Sentencia –no, no he visto a Banderas- olvido la crisis y sus causas, y me viene a la cabeza el big bang conseguido en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas. Qué distintos lugares para buscar, a la misma pregunta, la respuesta definitiva.

jueves, 25 de marzo de 2010

La FP rompe el molde

En la Formación Profesional se aprende haciendo

Día de buen humor en las aulas: hoy empiezan las vacaciones de Semana Santa en los centros asturianos. Aproximadamente 13.000 de los alumnos que dejan momentáneamente aparcados libros y apuntes ya no regresarán a sus centros de estudio a vuelta de vacaciones, sino a las empresas que los acogerán hasta junio como profesionales en prácticas. Son los alumnos de segundo curso de los ciclos superiores de Formación Profesional.

La FP es el único modelo formativo del sistema educativo español en el que las prácticas en empresas son una asignatura más que aprobar. Hacerlo con solvencia puede suponer emprender definitivamente el vuelo profesional.

Es uno de sus puntos fuertes, pero tiene más: el equilibrio entre la formación teórica y la práctica, su especialización, su capacidad de adaptación a la realidad, la duración de sus ciclos -dos años-, su encaje con otros estudios y el hecho de que es eminentemente pública, o sea, cara pero gratuita.

Una combinación con la que los jóvenes sintonizan porque habla su mismo lenguaje: práctico, dinámico y, en el buen sentido de la palabra, cortoplacista.

En la FP se aprende haciendo; es un recorrido en paralelo de formación y oficio que supera ese modelo clásico que todos heredamos y perpetuamos mecánicamente y en el que primero va lo uno y luego, ya en el mundo real, lo otro. Lo cierto es que para las empresas cobra especial valor ese «oficio» entendido como «saber» y además «saber hacer», el tan valioso «know how».

Los diferentes indicadores de entrada -nivel de matriculación- y de salida -inserción laboral, capacidad emprendedora, rendimiento en las empresas- han ido en ascenso, y en ellos Asturias está en la media no sólo nacional, sino también comunitaria.

Suena bien y es real, sin embargo la FP tiene todavía una asignatura pendiente en la mentalidad de toda una sociedad, la española, que la sigue considerando una alternativa de segundo orden para quien no puede o no quiere ir a la Universidad. El sociólogo Oriol Homs en su estudio «La FP en España» habla de una convicción de que está en «lo más profundo del imaginario colectivo».

¿No es hora ya de sacudirnos estas construcciones mentales heredadas, elaboradas sobre complejos y prejuicios, tal como lo hemos hecho con tantos otros aspectos como sociedad y como individuos?

Yo hoy me despido de los que han sido mis alumnos durante los dos últimos años en el Centro Integrado de FP de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo. Son profesionales de esa nueva FP y ¿qué puedo decir? Son, en el buen sentido de la palabra, buenos.

jueves, 18 de marzo de 2010

Autodespido

La historia de hostigamiento laboral de un profesional solvente.

Tengo un amigo que acaba de autodespedirse de la empresa en la que ha trabajado en el último lustro. No sabe que le escribo estas líneas y espero que me perdone. Lo hago para que entienda que no ha tenido la culpa y que no está solo.

Ni él ni las personas -más de las que imaginamos- que están siendo víctimas de una tropelía parecida: maniobras perversas de hostigamiento que llevan a un profesional solvente a irse -aparentemente de forma voluntaria- de la empresa a la que entregó años y talento.

La de mi amigo es una conocida compañía nacional con dos sedes asturianas, una en Gijón. Acaba de vivir un pequeño cambio en su accionariado y el poder de decisión ha pasado a otras manos. Nuevas caras en ciertos puestos y el «tsunami» llega a Asturias.

Mi amigo, con una gestión muy elogiada y amplio margen de maniobra, era un valor en alza dentro y fuera de su empresa: seguro, arrollador, creativo, con visión, contagiosamente positivo. De pronto, lo que era blanco se volvió negro.

Después de sufrir auditorías y llamadas de atención por una forma de hacer hasta ahora incentivada; después de ser puesto en evidencia ante sus colaboradores, ninguneado ante sus clientes, excluido de todas las reuniones, puenteado, desinformado, aislado..., se convirtió en una sombra, no respondía al teléfono, estaba encogido, reconcentrado en entender lo que le ocurría y hacerle frente con razones y resultados; cosa inútil, claro.

Todo le hacía un daño terrible: sus compañeros le aislaron como una turba hipnotizada por el miedo, silencios, miradas, susurros; se sentía humillado y avergonzado ante su familia y amigos, iba de la ira a la depresión.

La secuencia completa de lo que ha vivido mi amigo puede analizarse en «El acoso moral en el trabajo», de Marie-France Hirigoyen, o «Hay algo que no es como me dicen», de Juan José Millás, ambas lecturas demoledoras. Hay que estar preparada para ellas si se ha vivido una situación parecida.

Mi amigo ha tenido mucha suerte. Se ha autodespedido antes de que el daño fuera irreparable, aunque Hirigoyen asegura que «nada será igual, se sale cambiado».

Pocos medios hay por el momento para hacer frente a este cáncer laboral, amigo mío. Pero has sobrevivido. Nos hemos reído juntos con tu experiencia en el Servicio Público de Empleo. Dices que te han tratado como un profesional temporalmente desocupado, no como «un parado». Bendito matiz. Claro, ¿qué esperabas?

Ánimo, campeón: tienes delante una hermosa historia por escribir. Hay otras muchas, anónimas, a las que envío desde aquí todo mi aliento.

jueves, 11 de marzo de 2010

Provisionalmente honrada

La anciana traficante, la funcionaria corrupta y las cuitas del juez Garzón

Admito que un arrebato puede convertir en delincuente a un ciudadano que era intachable cuando salía de su casa esta misma mañana. Pero yo, más partidaria de la escala de grises que del negro y blanco puros, creo que la pérdida de la honradez es un lento cocer.

Va una sumando insatisfacciones y argumentos para hacer las cosas por la vía alternativa, una especie de acción correctora de la injusticia cósmica; se hace una primera incursión en el lado oscuro, aparentemente no pasa nada, y finalmente se produce la caída libre sobre uno o varios artículos del Código Penal. Otro asunto es lo que hace que se encienda la mecha.

¿Un complemento para la exigua pensión de viudedad, un abuso de la candidez senil? Yo a la anciana de Avilés detenida por traficar presuntamente con drogas la imagino con el físico de Pilar Bardem y la mentalidad de los personajes de Rafaela Aparicio. Seguro que acudió a los cursos de bordado de la sección femenina y que todo lo bueno para el cuerpo que se fue conquistando con los años la pilló a contrapié: la anticoncepción, el sexo sin explicaciones, la libertad. Aguantó a un obtuso preconstitucional y, ya en democracia, a hijos tiranos. Total, cortar polvo y meterlo en bolsitas es como escoger las lentejas...

¿Deudas de juego, adicciones, chantaje de un amante despechado? Rabio por entender el caso de la funcionaria del Principado que presuntamente se autoadjudicó contratos por valor de 800.000 euros falsificando a ratos la firma de su jefe y utilizando nombre y cuenta bancaria de una inocente gijonesa que todavía se está recuperando del pasmo. Tiene narices que funcionarios que ganan lo mismo que un diputado y a los que incluso se les permiten ingresos extra caigan en las garras de la avaricia y delincan torpemente, como para llamar dos veces tontos a los administrados.

Bien es cierto que muchas veces la mirada del otro es la que pone en distinto orden las mismas reglas y, de pronto, pasas de hacer bien las cosas a hacerlas malamente por una mera cuestión de concepto.

A Garzón le siegan la hierba por hacer una interpretación libre de las escrituras jurídicas. Está mal, dicen, echarle imaginación a la ley aunque sea para ponerla al servicio de una demanda justa. A mí me suena a cortar alas para que no se note que el resto de la troupe no sabe volar, y me duele Garzón y ese idealismo suyo tan necesario, por el que estoy dispuesta a hacer la vista gorda a pecadillos, triquiñuelas y atajos. Pero ya se encargan otros de explicar que todo es una evidente pérdida de la honradez.

Pues por plena consciencia de la debilidad humana y por solidaridad con los garzones del mundo, estoy dispuesta a declararme sólo provisionalmente honrada. Y, visto lo visto, nada convencida de permanecer siempre a este lado.

jueves, 4 de marzo de 2010

Código libre

Existen tecnologías humanitarias y Gijón ha sido estos días escaparate de algunas sorprendentes

Tecnología punta al servicio de la erradicación de la pobreza. Mientras muchos donan dinero para que logistas, educadores, médicos, bomberos o payasos acudan a las zonas más débiles del planeta con el fin de responder a necesidades elementales y acelerar el desarrollo, otros donan código, es decir, software diseñado para complementarse con el resto de las acciones y multiplicar exponencialmente su capacidad de resolver.

Me gusta porque es real y, a la vez, suena a guerra de las galaxias con los buenos ganando al lado oscuro. Y lo hemos visto en Gijón, en el III Encuentro internacional de tecnologías de la información en la cooperación para del desarrollo, que acaba de terminar, organizado por la Fundación CTIC.

Un sistema de telefonía móvil para detectar la introducción de medicamentos fraudulentos en África; otro de geoposicionamiento para informar sobre situaciones de emergencia en el continente africano, aunque también utilizado con éxito para crear un mapa medioambiental y cultural del Amazonas.

Un software para gestionar situaciones de emergencia como la generada tras el tsunami asiático y ser así más eficaces sobre el terreno al coordinar a los diferentes equipos de ayuda, hacer un registro de desaparecidos u organizar a los voluntarios. Una ONG especializada en dotar a activistas humanitarios de medios que les permitan poner al servicio de su causa el potencial de las tecnologías digitales más avanzadas.

En la mayoría de los casos el concepto clave es ese código libre, es decir, gratuito. Traducido a hechos, significa que el profesional regala sus aplicaciones informáticas a cualquier usuario que las quiera utilizar o incluso incorporar a otras herramientas más complejas.

Para ciertas empresas, como Google, abrir su código es una estrategia comercial. Con la utilización masiva de sus aplicaciones obtiene ingresos de diversas formas. Un negocio perfectamente legal, beneficioso para el usuario, innovador e imaginativo. Para ciertas ONG y profesionales de la cooperación internacional es otra cosa: una nueva y valiosa vía en la ayuda humanitaria.

Hay congresos que son unos truños de cuatro amigos con teorías de utilidad escasa, tópicos repetidos en distinto orden que en la edición anterior, o simple pretexto para escapar de la rutina, reencontrarse con colegas, escuchar la ponencia principal y hacer pellas por turnos en las otras. Pero también hay encuentros fructíferos que ponen el foco sobre iniciativas alejadas geográficamente, con gran efecto benéfico y la posibilidad de ser trasladadas a otros espacios y fines.

Me siento orgullosa de que Gijón sea el escaparate internacional de soluciones punteras basadas en esos preciados códigos. Abiertos, liberados y liberadores.

jueves, 25 de febrero de 2010

Generación invasora

Los nacidos en los sesenta, turba devoradora de recursos, sabemos que no podremos jubilarnos a los 65

Cangrejos, algas o visones forman parte del catálogo nacional de especies invasoras, ésas que dejan a su paso un erial a base de vampirizar a sus cándidos vecinos. Los que hemos nacido en los sesenta tenemos un complejo de especie invasora para hacérnoslo mirar. Sabemos que lo del «baby boom» es un eufemismo nada inocente con el que la sociedad nos está diciendo lo que realmente somos.

Un cuello de botella, un tapón, una turba enloquecida devoradora de recursos; por donde vamos no crece la hierba. De mocosos, en mandilón, en aulas de a cuarenta; de universitarios, con fotos del Che en la carpeta y libros fotocopiados sin tributo a la SGAE, por centenares en las aulas. A todos lados muy apretaditos, en lata de sardinas, cómoda por costumbre.

Y hoy que ya peinamos canas, pasamos el ecuador de la hipoteca y empezamos a quererlo todo bonito, nos cuentan la verdad de la vida: somos los que no podemos retirarnos a los 65 porque hundimos el barco. Y a partir de nosotros, los culpables, nada será igual.

No digo que no haya sido concurrida la manifestación en Oviedo contra el retraso en la jubilación, pero si llegamos a ir en masa todos los que somos, a Zapatero se le cae el talante al calcaño de una sentada. Es que era un ir pa ná, porque en secreto lo sabemos, ¿qué más da quién empiece a llamar al minino para ponerle el cascabel?

Es un hecho que al sistema de pensiones le van dando taquicardias sólo con vernos asomar por el calendario romano. No digo nada del sistema de salud, que entrará en parada cardiorrespiratoria cuando nos instalemos en la dorada tercera edad. No dará abasto cuando vayamos de pampurrio en pampurrio, empeñados en viajar con el Imserso, con el doble bypass y la prótesis de cadera, la medicación para la artrosis en el pastillero clasificado por días, y el adhesivo para la dentadura postiza.

Y cuando veamos esa luz hacia la que nadie quiere caminar, volveremos por un momento a nuestra infancia de Franco momificado en la tele en blanco y negro, el papel Elefante, la estufa de butano, los colegios segregados por sexos, los «Chiripitifláuticos», «Marco» y «Heidi», «Mazinger Z», «Bonanza» y la «Eurovisión» de twelve points y douze points de toda la vida.

Dulce sensatez la de Álvaro Díaz, presidente de la Fundación Albergue Covadonga -estupendo profesional, gran ser humano y digno representante de esta dolorida generación invasora nuestra- que hace unos días pedía en estas páginas más cultura del respeto -y no del abuso- hacia lo público.

Sí, respetemos lo público, pero, llegado el momento, ¿será capaz lo público de respetarnos a todos y cada uno de nosotros?

jueves, 18 de febrero de 2010

Guión playu para Almodóvar

Voy por Gijón con mirada almodovariana y me encuentro historias reales en busca de autor.

Ando saboreando aún el regusto del Antroxu y de la gala de los «Goya». Con el primero siempre me quedo rucando por qué una es más auténtica cuando va disfrazada. Con la segunda, me dejo caer embobada en brazos del glamour y me sueño, vestida de Sybilla, recogiendo el premio al mejor guión original de manos de Pedro Almodóvar recién bajado de los cielos. Necesitaré más de 49 segundos para mis agradecimientos, aviso a la Academia.

Adoro a Almodóvar por manchego, cañí, femenino, posmoderno, madrileño, pop, surrealista, desgarrado, cómico... Me pirra su «España blanca, espontánea, divertida, intrépida, solidaria y justa». No es que dé en la diana a la hora de llevar las cosas de la vida a la pantalla, es que la vida se ha vuelto almodovariana por pura devoción. Y yo no pienso sustraerme a ese influjo.

Voy por Gijón con la mirada hecha a su forma de contar y me encuentro historias reales en busca de autor que las engarce y dé todo el sentido que ya tienen y más. A ver.

Una alcaldesa hiperactiva cuyo secreto es el electromagnetismo de una pulsera energética. Una jefa de la oposición sin presupuesto para trituradora que abandona en el contenedor más próximo documentos personales de su antiguo líder, ahora a punto de volver por sus fueros.

Un patólogo condenado por tirar a la basura botes con restos de biopsias en los que se especifican datos personales de los pacientes; dice que la culpa es de la señora de la limpieza. Un artista desahuciado condenado a vivir al raso, al igual que le ocurrió a su hermano, ya fallecido, en su momento popular boxeador.

Un ladrón al que detienen en un centro comercial cuando se disponía a devolver lo robado -un ordenador- después de que su mujer le afease la conducta en casa. Un naturópata condenado por intrusismo -se hacía pasar por médico- que, inhabilitado para el ejercicio de su profesión, se ha metido a representante. Un atracador identificado en las oficinas del Servicio Público de Empleo cuando gestionaba el cobro de su subsidio.

Talasoponiente pasado de cloro, el pingüino deprimido del Acuario, la arena desnudando los cimientos del Muro... ¿Hay suficientes mimbres para una historia ambientada en el Gijón antroxero, del Jueves de Comadres al Miércoles de Ceniza? Sobre el amanecer del día de hoy aparecerían los títulos de crédito.

Bueno, quizás Almodóvar echara en falta uno de sus clásicos personajes de contraste: la periodista asesina, el juez de día que se convierte en «drag queen» de noche, la concejala caníbal... A estas alturas de cotidiana realidad delirante ¿alguien apuesta?

jueves, 11 de febrero de 2010

Gijón en Haití

Una escuela que hoy es una montaña de escombros volverá a existir con ayuda ciudadana enviada desde Gijón

Hay personas a las que les suceden cosas y hay personas que hacen que las cosas sucedan. Es una realidad profunda aunque parezca un juego de palabras. Gracias al segundo grupo de personas, una escuela en Haití, que hoy es una montaña de escombros, volverá a existir con ayuda ciudadana enviada desde Gijón.

Seguro que a este país dolorido ha llegado mucha solidaridad gijonesa y asturiana, pero yo me he enamorado de esta escuela moribunda cuyo destino vino a caer a nuestra puerta por una conjunción de epicentros y amistades.

Me gusta esta historia porque no lleva el sello oficial de la cooperación internacional: ni instituciones ni ONG la han protagonizado. Simplemente va de personas que privadamente, silenciosamente, activan sus redes para arañar unos dineros y hacerlos llegar en mano a quien puede responsabilizarse desde allí de un proyecto. No es un proyecto colosal, es sólo ir a colocar una pieza en el engranaje de la reconstrucción de Haití: levantar una escuela y ayudarla a sobrevivir. Sólo eso.

Tres gijoneses, Blanca Cañedo-Argüelles, Josechu Elías y Laura López, han puesto en marcha esta cadena. Organizaron el sábado pasado, en un restaurante de la ciudad, una cena a la que asistimos cerca de ochenta personas. No hubo pompas ni discursos ni casi mención al motivo del encuentro. Hubo reencuentro con amigos, buena conversación, cariño en los detalles, contribución de todos y especial generosidad por parte de algunos.

El coro de jubilados de El Llano fue dando la bienvenida a los asistentes y el postre musical fue la voz sorprendente de la solista del grupo de blues «Bloody Mary». Kiker, Roberto Díaz de Orosia, Jacoba Landeira y la marchante de arte Carmen Aragón donaron obra para ser subastada y empresas de muy diversa índole hicieron llegar productos y servicios.

Se trataba de desplegar redes y comprometernos en un proyecto sostenido en el tiempo, porque la idea es tener un contacto directo y fluido con los beneficiarios para empujar cuando haga falta y de la forma más eficaz. Es un apoyo a largo plazo que irá exigiendo otras acciones.

Ya está. Ni más ni menos. Sencilla pero deliciosa historia rescatada del anonimato y que volverá a la esfera de lo privado dentro de unos renglones. Los necesarios para decir que somos mayoría los que nos sentimos interpelados cuando ocurre una catástrofe, pero son pocos los que se arremangan y están dispuestos a liderar iniciativas invirtiendo tiempo, dinero y emociones.

En ese matiz que diferencia a unos y otros cabe una escuela.

jueves, 4 de febrero de 2010

Nuestros cómicos

Los premios «Oh!» de teatro, una llamada de atención sobre ese reducto donde las cosas pasan de veras

El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma», decía Arthur Miller. Vete a saber si esa virtud del teatro es su principal enemigo, porque nuestra tendencia secular viene siendo la de ir justo en dirección contraria a nosotros mismos?

Curiosa historia, la del teatro. Nos ha acompañado desde que tenemos memoria y, sin embargo, lo hemos tratado con desatención a ratos y, ya en el último siglo, con desdén manifiesto. La revolución audiovisual no lo barrió, pero lo dejó temblando, y la era de internet ni siquiera ha intentado piratearlo, sencillamente no sabe -ni le importa- que existe ese bendito reducto analógico donde las cosas suceden de veras y se pueden tocar.

Los cómicos han hablado cuando nadie podía, han mantenido la memoria colectiva cuando el único soporte era la palabra dicha, han alimentado nuestra alma hambrienta y nos han impedido menguar, excitando nuestra imaginación.

Gijón le tiene especial querencia a este arte. En los noventa fue incluso motor del momento más dinámico que vivió en su historia reciente en Asturias, con la creación del Instituto de Artes Escénicas, hoy Escuela Superior de Arte Dramático, ESAD, y de la Feria Europea de Teatro para Niños, Feten. Funcionaba con notable éxito la sala Quiquilimón, de entrañable recuerdo, y las compañías empezaron a surgir.

Pero la planta creció débil, porque el apoyo perdió el fuelle inicial. Es verdad que se ha establecido un Circuito Asturiano de Teatro subvencionado por el Principado, que la ESAD hace un trabajo muy digno -aunque este año ha suprimido la especialidad de dirección de escena-, que Feten, a punto de celebrarse, es un referente internacional que ha batido récord de participación -430 propuestas escénicas de 19 países-, y que Laboral Teatro ha creado la Muestra de Artes Escénicas del Principado para poner en contacto a compañías y programadores.

Sin embargo, la industria escénica asturiana se queja del exiguo presupuesto para subvencionar montajes y del escaso apoyo a las giras fuera de Asturias, y le escuece el gasto en traer compañías de otras comunidades en las que sí se está incentivando eficientemente la producción propia.

Ésa es la llamada de atención de los I Premios «Oh!» que mañana entrega en el teatro Jovellanos la Asociación de Compañías Profesionales de Teatro y Danza de Asturias ACPTA. Su presidenta, Rosa Garnacho, afirma elocuente que se pretende generar optimismo y complicidad, y que el teatro asturiano y sus profesionales quieren ser visibles como industria con potencial propio, no como un coro de plañideras. Buen enfoque.

Hay muchas razones para redoblar esfuerzos por el teatro asturiano. Porque son cómicos, porque son profesionales y porque son los nuestros.

jueves, 28 de enero de 2010

Jardines dialécticos

El berenjenal en el que se ha metido el líder asturiano del PP al criticar los viajes institucionales

A veces los políticos se meten en jardines, práctica que consiste en decir una cosa inoportuna, embarrarse más al tratar de arreglarlo, pisar callos propios y ajenos, guardar al final silencio por la que han montado y quedar ante el público opinante como la Chata de Pumarín.

Esto le ha ocurrido al líder asturiano del PP, Ovidio Sánchez, cuyos correligionarios y asesores de comunicación deben andar tirándose de los pelos por la espiral de declaraciones en torno al viaje institucional y empresarial asturiano a México, Panamá, República Dominicana y Cuba.

Viene a decir Ovidio Sánchez que es un despilfarro en tiempos de crisis. Le comprendo, mi abuela diría exactamente lo mismo y pondría de chupa dómine a los expertos que aseguran que meterse en la espiral del ahorro paraliza aún más la economía, y que esto es aplicable a familias y a administraciones.

Encima, resulta que tenemos una balanza exterior endémicamente deficitaria -la asturiana, a la cola de las peores- así que el líder popular ha ido a meter el dedo en nuestro talón de Aquiles empresarial: aprender a exportar. Promocionarse y fomentar el contacto comercial es elemental en una economía de mercado, modelo que no es precisamente el PP sospechoso de cuestionar. En tiempos de crisis es crucial.

Creo que Ovidio Sánchez sabe todo esto pero se ha visto impelido a seguir a rajatabla el protocolo sobre jardines dialécticos descrito en el primer párrafo, y se ha pasado otros dos pueblos al preguntarse qué negocios se pueden ir a hacer a Cuba que no sean «otras relaciones tremendamente gratificantes, pero que cada uno se pague las suyas». Vaya, ya salió Cuba, rompeolas preferido.

Debe de referirse a comprar sexo, cosa que también se puede hacer en cualquier otro punto del viaje institucional o a la vuelta de la esquina. Ignoro si es gratificante, a mí me parece destructivo, pero efectivamente sí es un negocio lucrativo ese de las mafias internacionales de esclavitud, mayoritariamente femenina y también infantil. Deseo pensar que el líder regional del PP no legitima esta práctica pero de facto lo hace por la vía de la argumentación derivada.

Le aconsejo una retirada momentánea del foco público. Primero, para hacer un curso de portavoces; sin duda los ha hecho pero urge refrescar conocimientos. Segundo -y con el fin de evitar el acto reflejo de utilizar como atrezzo argumental la compra de sexo como quien habla de ir a coger flores- para conocer proyectos internacionales de acogida a niños y niñas rescatados de los burdeles turísticos. Proyectos que muchos asturianos, de una forma tan gratificante, estamos sufragando. A pesar de la crisis. Porque precisamente para salir de ella hay que seguir.

jueves, 21 de enero de 2010

Resistencia

Los últimos datos del padrón municipal muestran la evidencia silenciosa de la longevidad femenina

"Les agotaremos con nuestra capacidad de resistencia", decía Mahatma Gandhi para explicar que es posible ganar batallas a base de empecinarse en no librarlas.

Resistir es consigna repetida frente a la enfermedad, la desgracia personal, la crisis... Consiste en mantenerse agarrada al mástil lo que dura la tormenta. Con los cinco sentidos, concentrada. Y es que la resistencia no es algo pasivo. La mayor parte de las veces es preciso estar activa incluso para olvidar a ratos que una está resistiendo. Porque la contemplación de la resistencia propia a veces es durilla. Pero, desde luego, todos practicamos ese deporte en una, varias o todas las esferas de nuestra vida. Es un instinto, sí, pero también una opción.

Ando dándole vueltas a esta cuestión a raíz de conocer los últimos datos del padrón municipal. Habitamos Gijón 280.534 personas. Analizo la tabla de distribución de la población por sexo y tramos de edad y me sorprende la evidencia silenciosa de la longevidad femenina.

Las cifras de gijonesas y gijoneses, tras mantenerse en aparente equilibrio de los 0 a los 50 años, empiezan a partir de ahí a distanciarse en unidades de centena y de millar -5.573 hombres frente a 7.009 mujeres entre los 70 y los 74 años, por ejemplo-, y sólo la frontera de los cien hace que baje la diferencia, más que nada porque son pocos los que han soplado tantas velas -15 gijoneses frente a 87 gijonesas-. Por encima de los 105 son pocas, y son ellas: 9.

Investigaciones médicas, psicológicas, antropológicas y sociológicas han ido dando explicaciones muy razonables al hecho de que las mujeres vivamos más que los hombres. Yo creo que todas se resumen en nuestra capacidad de resistencia. Un instinto que hemos ejercitado con fruición a lo largo de milenios. Por andar con los cachorros pegados literalmente a nosotras, por tener que tirar de todos los recursos posibles menos el de la fuerza. Somos corredoras de fondo.

Lo hemos grabado en nuestro ADN, nos hemos ido pariendo resistentes porque las resistentes parían más. Sorprende ver que la Naturaleza ha ido respondiendo con acciones correctoras -nacen más niños que niñas- y me divierte pensar que es todo un reconocimiento a nuestra férrea obstinación por aguantar el tipo.

Ejemplos heroicos de resistencia en Haití; ejercicio diario y anónimo de resistencia ante la crisis; y esas resistencias que una protagoniza y alienta en otros, al cabo de los días. Quizá no siempre debiéramos resistir pero es indudable que, gracias a haberlo hecho sistemáticamente, hemos llegado hasta aquí. Y aquí seguimos.

jueves, 14 de enero de 2010

Pasarelas

El temporal colapsa las instituciones benéficas mientras se derriba el puente que da refugio a transeúntes

Aprieta el frío y emerge la pobreza. Lo que no hizo la crisis en un año lo hace el mercurio en cuatro días heladores. Los Servicios Sociales de Gijón han tenido que pagar habitaciones de hotel a transeúntes ante el colapso de instituciones como el Albergue Covadonga o la Cocina Económica. Los que a pesar de todo hubieron de pasar la noche al raso, al menos fueron asistidos con mantas, ropa de abrigo y bebidas calientes.

Sopla el viento siberiano por la ciudad, se mete por sus rendijas y de ellas salen como polillas extraviadas esas almas frágiles que preferimos no ver aunque sabemos que están. Imaginamos historias de fracasos personales, pero en el fondo es nuestra propia sensación de fracaso la que, al verles, se nos pone delante.

No hay día sin paradoja y el temporal de pobreza también tiene la suya: al mismo tiempo que los sin techo horadan la ciudad buscando una grieta donde engañar al frío, nos ponemos a desmontar la pasarela sobre Sanz Crespo, uno de los tradicionales lugares de reposo de los vagabundos en nuestra villa.

No sé. Hay personas, lugares, objetos con los que la vida es obstinadamente cicatera y dan ganas de afearle la conducta a la vida si no fuera porque nosotros también transitamos por ella y, por otra parte, tampoco tenemos muy claro dónde habría que presentar semejante reclamación.

Esta pasarela inútil es un ejemplo. Tiene una triste historia de abandono que empezó prácticamente -y exagerando muy poco- el mismo día en que se inauguró. Nunca cumplió su cometido y desde el principio fue huérfana de dueños y cuidados. Al final, aceptó el cariño interesado pero sincero de los vagabundos. Se va sin meter ruido y por poco ni le decimos adiós. No vaya a ser que su fracaso nos vuelva a poner en evidencia el nuestro.

Subirá el mercurio y quedarán expeditas las rendijas por donde se volverán a esconder estas vidas truncadas. Cuando llegue el verano les resultará más fácil mimetizarse con el entorno, pero aún queda mucho invierno por delante y luego esa primavera tímida nuestra, con la que siempre erramos el cálculo de lo que es una estación.

Me pregunto qué otros rincones de Gijón se dejarán querer como alternativa al raso a pesar de haber nacido para otra cosa y sin quejarse en absoluto de su destino. Me pregunto dónde se están construyendo en este momento nuevas pasarelas.

jueves, 7 de enero de 2010

Verdades y verdadinas

Si queremos una igualdad sin daños colaterales, hay que escuchar todas las voces

"La verdad está hecha de verdadinas; cada uno tenemos la nuestra". Era una de las frases preferidas de nuestra querida Floren, maestra en el Colegio Público Virgen del Mar, hoy Lloréu. Muchas veces la he hecho mía. Hoy de nuevo en relación con las declaraciones del juez sevillano Francisco Serrano y del gijonés Ángel Luis Campo acerca del trato de mujeres y hombres ante la justicia.

Me tomo muy en serio lo que han dicho, me parecen personas cabales. Para empezar, no me gusta que se acallen -ni por la vía directa ni por la sutil- las voces de quienes ejercitan la libertad de disentir y sienten la obligación moral de hacerlo públicamente. Así no construimos. Creo yo.

Si queremos una igualdad sin daños colaterales, hay que escuchar todas las voces sin rasgarse las vestiduras, y encontrar la «verdadina» que hay en cada una de ellas. Si no, estamos haciendo el cambio con el modelo tradicional masculino, el que no ha funcionado, el que no nos gusta.

Por tanto, no dictemos ni dejemos que nos dicten lo que tenemos que pensar; dejemos tranquilas las etiquetas y ojo con el pensamiento único y las instituciones que, de la que sirven al ciudadano, validan lo políticamente correcto.

Dicho esto, yo le digo a estos jueces que las mujeres no queremos lesionar los derechos de ningún hombre por proteger los nuestros -tantas veces lesionados- y que, si es así, habrá que poner el foco sobre el problema, detectar dónde está la disfunción y corregirla. Hay que hacerlo: enfrentarse a los hombres que abusan; a las mujeres que abusan, también.

Además les digo que a muchas nos chirría la discriminación positiva y el sistema de cuotas, pero reconocemos que es una forma de posicionar a mujeres donde no ha habido manera de hacerlo. Estamos rodeados de cuotas no escritas -territoriales, políticas, partidistas, económicas-; al menos hemos jugado limpio, hemos tenido la valentía de legitimar ésta y darle una fecha de caducidad.

Yo quiero vivir en un país en el que todas las mujeres tengamos la formación que deseemos; compitamos en igualdad de condiciones en el mercado de trabajo; no encontremos barreras para ostentar cargos de responsabilidad; elijamos cuándo, cómo y cuántas veces ser madres; compatibilicemos sin traumas irreparables vida personal y profesional; gobernemos; y recibamos de nuestro Gobierno apoyo en todo ese recorrido, además de protección eficaz contra delitos sexuales y violencia de género. Mi país se va pareciendo a ese país que sueño.

Pero lo quiero sin víctimas, ni femeninas ni masculinas. Si no, a mí no me vale. No lo doy por bueno. No estoy dispuesta a mirar para otro lado. Porque sobre todo creo en una sociedad justa, no revanchista ni vengativa. Justa. Hasta con los verdugos.