jueves, 12 de agosto de 2010

Élites masivas

Para acabar externalizando la programación del teatro de la Laboral no hacía falta tanta vanguardia.

Ortega y Gasset sospechaba hace un siglo que la Administración pública tiende a empujar a sus profesionales hacia su máximo nivel de incompetencia. Desde entonces hasta hoy se han depurado diferentes maneras de conseguirlo, una de ellas es poner en marcha un proyecto sin visión, sin estrategia, con una consigna rimbombante y cortoplacista que se va estrellando contra todo hasta demostrar su futilidad. Ejemplo: el teatro de la Laboral.

Se presentó en 2007 al mundo como un espacio para la vanguardia cultural, la programación de élite (cada vez que oigo la palabra «élite» me escarpio; quien la pronuncia se siente parte de ella y aspira íntimamente a que los muros invisibles nunca se derriben, cómo va a existir una «élite masiva»...).

A la hora de echar a andar el teatro de la Laboral asistimos al sonrojante episodio que hubo de padecer Daniel Gutiérrez Granda, el cual ofreció al respetable público un ejemplo de honestidad muy poco frecuente en la política y en la vida. Finalmente Mateo Feijoo acometió la tarea de programar bajo la consigna de la vanguardia. Se le puso en contra la industria teatral asturiana porque se sentía arrinconada, y el público, porque da pereza coger el coche y plantarte en la Laboral sin tener muy claro qué se va a ver. Y, claro, es conveniente y hasta necesario que el público asista a los espectáculos.

De manera que lo que tenemos hoy es un equipamiento cultural muy deficitario e ignorado masivamente por los ciudadanos porque su programación de alta calidad no interesa.

Ahora viene José Luis Moreno, cual primo de Zumosol, con espectáculos masivos aptos para todos los públicos, como el de Isabel Pantoja, cuya vida privada no me interesa nada, pero que es la mejor voz viva de la copla en España y que tiene legiones de fieles apoyaos en el quicio de la mancebía. Pero el cambio va más allá; el modelo de programación varía: el teatro ya no programa, externaliza para reducir riesgos y poder exigir convocatoria de público. Pues para este viaje no hacía falta tanta vanguardia en la alforja.

Pienso que si la Universidad Laboral es un espacio merecidamente «reconquistado» para la ciudad de Gijón después de lustros de ostracismo, hay que arrastrar literalmente a los ciudadanos hasta allí, conseguir que la incorporen a su itinerario cultural inconsciente. Eso exige una sistemática de programación para élites masivas, es decir, plural, variada, que toque muchos palos, también el experimental, por supuesto. Luego ya se podrá ir definiendo con respecto a otros equipamientos como el teatro Jovellanos.

¿Será lo que se está proponiendo ahora? ¿Se conseguirá programando principalmente con José Luis Moreno? ¿Podremos gestionar la cultura de forma competente sin pasar previamente por el máximo nivel de incompetencia?

jueves, 5 de agosto de 2010

Chica de oro

TVE estrena la versión española del clásico americano y yo imagino a la alcaldesa de Gijón en un quinteto de pícaras maduras sabias.

Rebajo momentáneamente mi cabreo por la ceguera de RTVE al prescindir de sus profesionales veteranos y programas de producción propia, ante la excelente idea de reeditar en versión española la laureada serie americana “Chicas de oro”. Por cierto que esta comedia blanca, interpretada por Concha Velasco, Carmen Maura, Lola Herrera y Alicia Hermida, se compra a la productora de José Luis Moreno, que figura en la investigación sobre la trama de Jaume Matas. El caso es que este anuncio ha coincidido con el irse despidiendo de Paz Fernández Felgueroso y no he querido evitar la asociación de ideas.

Ignoro si nuestra primera edila tiene dotes interpretativas -me da que no- pero yo me la imagino haciendo de sí misma en un quinteto de pícaras maduras sabias, que es lo que son las chicas de oro. Mujeres que han bregado mucho en la vida, han dado y recibido tanto -bueno, malo y mediopensionista- y finalmente han apostado por un carpe diem sosegado que consiste en no olvidar, perdonar, reírse principalmente de sí mismas, comprender, no agobiarse si no se comprende, conformarse, exigir lo justo y disfrutar de la amistad y la vida.

Creo que la presidenta de nuestra corporación tiene algo a partes desiguales de la coquetería de Blanche, la franqueza con galones de Sophia, la ironía levemente amarga de Dorothy y la utopía vestida de ingenuidad de Rose. Lo que Paz –Peace en la versión americana, claro- aportaría sería el resultado de toda una trayectoria pública en clave femenina.

Desde la niña bien rojilla hasta la primera alcaldía femenina de Gijón, pasando por bufete propio de abogada, la Consejería de Industria en periodo de reconversión, la Secretaría de Estado de Asuntos Penitenciarios con ETA tras el cogote... Feminista, conversadora, escoltada, esposa, madre, abuela, amiga…

Daría la réplica a sus atribuladas compañeras de piso apelando a episodios de grata e ingrata memoria: el Gijón diverso, parque tecnológico, suelo industrial, zonas verdes, escuelas infantiles, el Botánico, el Acuario… pero también reveses judiciales, las cuentas de la cultura, Talaso con arquitectura de ambulatorio, dale al rascacielos en Poniente, que se va la arena y a saber qué pasó en Cabueñes.

Y ese gobernar el rebaño municipal plagado de ganas de hacer pero también de egos, y el rebaño ciudadano nunca satisfecho, y aguantar las ganas de decir con propios y contrarios.

No cabe duda, una auténtica chica de oro. Creo que toca sacarle partido desde esa nueva perspectiva. A ella y a las demás porque ¿qué sería de nuestra ciudad sin todas y cada una de nuestras chicas de oro?