jueves, 11 de marzo de 2010

Provisionalmente honrada

La anciana traficante, la funcionaria corrupta y las cuitas del juez Garzón

Admito que un arrebato puede convertir en delincuente a un ciudadano que era intachable cuando salía de su casa esta misma mañana. Pero yo, más partidaria de la escala de grises que del negro y blanco puros, creo que la pérdida de la honradez es un lento cocer.

Va una sumando insatisfacciones y argumentos para hacer las cosas por la vía alternativa, una especie de acción correctora de la injusticia cósmica; se hace una primera incursión en el lado oscuro, aparentemente no pasa nada, y finalmente se produce la caída libre sobre uno o varios artículos del Código Penal. Otro asunto es lo que hace que se encienda la mecha.

¿Un complemento para la exigua pensión de viudedad, un abuso de la candidez senil? Yo a la anciana de Avilés detenida por traficar presuntamente con drogas la imagino con el físico de Pilar Bardem y la mentalidad de los personajes de Rafaela Aparicio. Seguro que acudió a los cursos de bordado de la sección femenina y que todo lo bueno para el cuerpo que se fue conquistando con los años la pilló a contrapié: la anticoncepción, el sexo sin explicaciones, la libertad. Aguantó a un obtuso preconstitucional y, ya en democracia, a hijos tiranos. Total, cortar polvo y meterlo en bolsitas es como escoger las lentejas...

¿Deudas de juego, adicciones, chantaje de un amante despechado? Rabio por entender el caso de la funcionaria del Principado que presuntamente se autoadjudicó contratos por valor de 800.000 euros falsificando a ratos la firma de su jefe y utilizando nombre y cuenta bancaria de una inocente gijonesa que todavía se está recuperando del pasmo. Tiene narices que funcionarios que ganan lo mismo que un diputado y a los que incluso se les permiten ingresos extra caigan en las garras de la avaricia y delincan torpemente, como para llamar dos veces tontos a los administrados.

Bien es cierto que muchas veces la mirada del otro es la que pone en distinto orden las mismas reglas y, de pronto, pasas de hacer bien las cosas a hacerlas malamente por una mera cuestión de concepto.

A Garzón le siegan la hierba por hacer una interpretación libre de las escrituras jurídicas. Está mal, dicen, echarle imaginación a la ley aunque sea para ponerla al servicio de una demanda justa. A mí me suena a cortar alas para que no se note que el resto de la troupe no sabe volar, y me duele Garzón y ese idealismo suyo tan necesario, por el que estoy dispuesta a hacer la vista gorda a pecadillos, triquiñuelas y atajos. Pero ya se encargan otros de explicar que todo es una evidente pérdida de la honradez.

Pues por plena consciencia de la debilidad humana y por solidaridad con los garzones del mundo, estoy dispuesta a declararme sólo provisionalmente honrada. Y, visto lo visto, nada convencida de permanecer siempre a este lado.

1 comentario:

  1. Está muy bien.
    De todas formas, la avaricia nada tiene que ver con la necesidad, salvo que ésta se considere en el sentido más subjetivo... Avaricia, vanidad, delirios de grandeza..., y fíjate que "delirio" y "sueño" es casi lo mismo..., ¿es lo mismo?

    León.

    ResponderEliminar