jueves, 4 de marzo de 2010

Código libre

Existen tecnologías humanitarias y Gijón ha sido estos días escaparate de algunas sorprendentes

Tecnología punta al servicio de la erradicación de la pobreza. Mientras muchos donan dinero para que logistas, educadores, médicos, bomberos o payasos acudan a las zonas más débiles del planeta con el fin de responder a necesidades elementales y acelerar el desarrollo, otros donan código, es decir, software diseñado para complementarse con el resto de las acciones y multiplicar exponencialmente su capacidad de resolver.

Me gusta porque es real y, a la vez, suena a guerra de las galaxias con los buenos ganando al lado oscuro. Y lo hemos visto en Gijón, en el III Encuentro internacional de tecnologías de la información en la cooperación para del desarrollo, que acaba de terminar, organizado por la Fundación CTIC.

Un sistema de telefonía móvil para detectar la introducción de medicamentos fraudulentos en África; otro de geoposicionamiento para informar sobre situaciones de emergencia en el continente africano, aunque también utilizado con éxito para crear un mapa medioambiental y cultural del Amazonas.

Un software para gestionar situaciones de emergencia como la generada tras el tsunami asiático y ser así más eficaces sobre el terreno al coordinar a los diferentes equipos de ayuda, hacer un registro de desaparecidos u organizar a los voluntarios. Una ONG especializada en dotar a activistas humanitarios de medios que les permitan poner al servicio de su causa el potencial de las tecnologías digitales más avanzadas.

En la mayoría de los casos el concepto clave es ese código libre, es decir, gratuito. Traducido a hechos, significa que el profesional regala sus aplicaciones informáticas a cualquier usuario que las quiera utilizar o incluso incorporar a otras herramientas más complejas.

Para ciertas empresas, como Google, abrir su código es una estrategia comercial. Con la utilización masiva de sus aplicaciones obtiene ingresos de diversas formas. Un negocio perfectamente legal, beneficioso para el usuario, innovador e imaginativo. Para ciertas ONG y profesionales de la cooperación internacional es otra cosa: una nueva y valiosa vía en la ayuda humanitaria.

Hay congresos que son unos truños de cuatro amigos con teorías de utilidad escasa, tópicos repetidos en distinto orden que en la edición anterior, o simple pretexto para escapar de la rutina, reencontrarse con colegas, escuchar la ponencia principal y hacer pellas por turnos en las otras. Pero también hay encuentros fructíferos que ponen el foco sobre iniciativas alejadas geográficamente, con gran efecto benéfico y la posibilidad de ser trasladadas a otros espacios y fines.

Me siento orgullosa de que Gijón sea el escaparate internacional de soluciones punteras basadas en esos preciados códigos. Abiertos, liberados y liberadores.

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