jueves, 26 de noviembre de 2009

Vivir sin trabajar

Terapia ciudadana: enfrentémonos a la verdad, Gijón es una gran ciudad para vivir pero no para trabajar o hacer negocio. Así lo percibimos los gijoneses y así nos ven desde fuera, según el estudio Merco Ciudad, elaborado por el Monitor Empresarial de Reputación Corporativa surgido en el seno de la Universidad Complutense de Madrid, que chequea anualmente la reputación de organizaciones y personas, y concluye cuáles son los líderes, marcas financieras o empresas que preferimos.

La reputación es una especie de «mirada admirada» del otro sobre uno mismo, fruto de una mezcla de elementos emocionales y racionales. Habría que analizarlo todo, pero ¿qué tal si echamos un poco de frío raciocinio a la olla?

Precisamente anoche se presentó -en un acto organizado por la incansable y siempre certera Fundación Escuela de Negocios de Asturias- otro de estos informes estrella, Merco Personas: profesionales que confiesan dónde querrían trabajar. De entre las cien empresas españolas más atractivas, sólo una asturiana, Alsa, recién descendida al último puesto del top, porque el año pasado estaba seis más arriba.

Volviendo al primer estudio, el que evalúa setenta y ocho ciudades españolas de más de cien mil habitantes, del grupo de las que no son capitales de provincia, la número uno en cuanto a valoración de propios y extraños es Gijón. ¡Bien! También aparece nuestro nombre entre las diez mejor percibidas para vivir, divertirse y disfrutar de cultura y deporte. Un clima de opinión que los propios gijoneses fomentamos porque, según el informe, tenemos un alto nivel de satisfacción y un orgullo ciudadano que ya quisieran para sí las grandes. No creo que sea pequeñez sino consciencia, añado yo.

Indicadores estupendos que hacen pensar que todos hemos sido cómplices en los últimos años, quizá sin saberlo, de la construcción de la ciudad soñada, aunque posible, para vivir: amable, escuchadora, equilibrada, viva, diversa, respetuosa, pacífica, implicada, alegre, solidaria, abierta. Sí.

Acto seguido de venirnos arriba con tan alentadoras variables, nos barren de los ranking de las preferidas para estudiar, trabajar o invertir. Curioso: Gijón, la que hace lustros era una de las panaceas laborales de la emigración interior en el norte de España, sacrificando su propio físico en ello, es hoy el paraíso del solaz, la cosa contemplativa o el divertimento, todo ello al punto de sal de yodo, ideal de la muerte para la salud tiroidal.

Pero hoy que queremos retener o atraer talento para mover la máquina del crecimiento, el talento mira hacia otro lado. Dicen los expertos que Asturias en su conjunto es poco apetecible a las personas más prometedoras porque es limitada en su tejido empresarial, en su oferta laboral, en el recorrido posible de los profesionales dentro de un mismo sector y -esto duele- en visión de adónde queremos llegar y cómo puñetas hacerlo.

Todo suena a verdades como puños y me pregunto si, en el fondo, la madre de todas ellas es que nuestra vocación es vivir sin trabajar. Entonces sí que vamos por el buen camino.

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