jueves, 22 de octubre de 2009

Sal o pimienta

Me gusta la nueva marca de Gijón. Me ha gustado a primera vista y sin razonarla. Buen síntoma. Es moderna, fresca, espontánea, joven, sensual, atrevida, vital, roja, blanca. Me engancha el carácter de la «g», el guiño al «Elogio del horizonte», esa «o» acorazonada, esa «n» final que despega del suelo. Es una imagen con empuje, quiere ser vista. Reconozco a Gijón en ella. Creo que funcionará.

Dicho lo cual, otra cosa es el lema que la acompaña y ese empecinamiento en el asunto de la sal que, por más esfuerzos que hago, no comprendo del todo; no me ha calado.

«Asturias con sal», ése es el concepto que nos define según Ciac, la empresa contratada por el Ayuntamiento de Gijón para esta aventura. Para empezar, niego la mayor. Si estamos construyendo imagen de ciudad, no entiendo que haya que apoyarse en otros territorios (¿Cuenca bajo el lema «Castilla- La Mancha con vértigo» o Madrid confesando que se ve a sí misma como «España con corazonada»?). Es como una especie de complejo repentino de orfandad, un miedo a salir sola a escena, sin comparativas, sin necesidad de ir contra nadie. ¿Necesitamos una marca paraguas? ¿Es que no podemos decir algo que sea «nuestro» en términos absolutos? Pregunto.

Por otro lado, claro que el universo mundo está lleno de potenciales admiradores de la ciudad que sin embargo hoy no sabrían ubicarla en el mapa. Pues tendremos que encargarnos por otros medios de que la busquen, la encuentren y la devoren. No hace falta que pongamos coordenadas y número de fax en nuestro lema.

Y llegamos al asunto de la sal. Es la respuesta a una pregunta que los creativos de Ciac se hicieron sobre la ciudad «¿A qué sabe Gijón?». Perdón, ¿soy yo sola o alguien más ha evocado el «A qué huelen las nubes»? El problema -y la virtud- que tiene la publicidad es que tiende a adherirse a las neuronas. Yo, ante la pregunta, me vi mentalmente corriendo en chándal blanco por los verdes prados del odorcontrol con alas, lejos de Gijón.

Con respecto a la campaña previa de los saleros tomando la ciudad, sólo decir que me sugiere una reflexión sobre el talento: sí, consiste en tener ideas pero también el olfato necesario para discriminar las buenas de las malas antes de tener que comprobar en la calle el efecto de un hinchable colgado de un árbol.

Juro que es la primera vez que me ocurre -entre otras cosas porque nunca he profundizado en el valor gastronómico y metafórico de la pimienta y sí en el de la sal-, pero, aunque yo hoy encuentro a Gijón muy a gusto en su nueva marca, prefiero, antes que este enfoque «Gijón sal», el alternativo «Gijón pimienta».

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