jueves, 8 de julio de 2010

Amor y rutinas

La ley del aborto, necesaria y realista, ayudará a que la maternidad se ejerza con más libertad y responsabilidad.

Hoy, varias mujeres gijonesas y asturianas -cuyos nombres no conocemos pero que existen-, completan el plazo de tres días de reflexión que exige la nueva ley del aborto. Serán las primeras mujeres que, en caso de que su decisión sea no seguir adelante con su embarazo incipiente, aborten sin tener que dar explicaciones, sin pagar por la intervención y sin fingir una alteración psíquica para entrar en uno de los tres supuestos que contemplaba la ley anterior.

No digo nada de los miles de mujeres que hubieron de salir de España para abortar o las que se dejaron la salud o la vida en el intento al someterse a prácticas clandestinas. De evitar aquellos terribles episodios ya se encargó la ley de 1984 que, si bien nunca habló de aborto libre, hizo la vista gorda al coladero del supuesto sobre el “riesgo para la salud psíquica de la madre”.
De manera que con la nueva norma no abortarán más mujeres sino, como hasta ahora, las que quieran hacerlo, pero esta vez sin hipocresías hirientes, con dignidad, el respaldo de la ley y recursos del Estado.

Hablamos de 180.000 mujeres al año en España, de las cuales poco menos de 2.000 son asturianas. Tienen nombre y apellidos. Existen, son y entendieron que, al igual que nadie les puede imponer un matrimonio, negar una profesión o someter a cualquier servidumbre por el hecho de ser mujeres, tampoco nadie puede obligarlas, al inicio de un embarazo, a llevarlo adelante y ser madres en contra de su voluntad.

Garantizar esa libertad ayuda a que la maternidad sea más responsable porque uno de los factores decisivos para ello es que sea deseada; el mejor de los comienzos para emprender la mayor aventura imaginable: tener un hijo y formarle como persona, con amor y rutinas.

El amor es afecto, protección, valores, ejemplo, autoestima, recursos… Las rutinas son orden, responsabilidades, normas –suficientes, claras y razonadas- tiempos, espacios… y un margen a la sorpresa. En este día a día de amor y rutinas, hay conflictos, concesiones, desfondamientos, riñas, renuncias, trastazos, éxitos inesperados y emociones en permanente estado de ebullición. Hacen falta recursos –no sólo materiales- para semejante ochomil. Y las ayudas, fuera del ámbito familiar –benditas abuelas- son muy pocas.

Creo que la nueva ley del aborto tiene mucho que ver con todo esto. No con la evitación de una responsabilidad, sino con la plena toma de conciencia de ella. Reconocernos a las mujeres la libertad de decidir sobre nuestra maternidad, hace más madura y responsable a la sociedad en su conjunto, y multiplica el efecto del amor y las rutinas.

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