jueves, 29 de julio de 2010

Karma político

PP se ha hecho un lío con la candidatura de Cascos y PSOE ha guardado las formas pero necesita una campaña de marketing.

Hubo un maestro budista al que uno de sus discípulos boicoteaba cuestionando sistemáticamente sus enseñanzas. Los demás alumnos, avergonzados del comportamiento del revientaclases, acordaron llamarle la atención y exigirle respeto al maestro. Pero éste les disuadió explicándoles que formaba parte de su karma: el rompenarices le hacía practicar paciencia y humildad. Aquí decimos que tenemos lo que nos merecemos; el plus budista es que puedes aprovecharlo para mejorar.

El funcionamiento de los partidos y de la clase política tiene pinta de ser un karmazo del tamaño de la catedral de Burgos. O lo superamos o lo seguiremos padeciendo. El sistema electoral y la disciplina de partido han dejado crecer dos formaciones mastodónticas con su correspondiente pensamiento único cada una. En realidad sucede que sólo piensa uno, que no tiene por qué ser el más listo pero es el que se ha colocado mejor y coloca a los demás.

Así que, por ejemplo, cuando los partidos dejan a los suyos libertad de voto, como el PSC y CiU en el debate antitaurino catalán, el hecho merece un titular por excepcional y, al contrario, se afea la conducta de quien no cumple, como el socialista Antonio Gutiérrez al no apoyar la reforma laboral. Esto de puertas afuera, intramuros la tensión sube enteros, se dice por lo bajini una cosa pero se espera la consigna, que puede ser justo la contraria.

Esto nos deja en un secarral de ideas, en una ausencia de liderazgo y carisma que parece que el amigo budista se ha exiliado finalmente derrotado por el alumno cojonero. El talento hace tiempo que se ha fugado de la política a la empresa, la investigación, las ONG…

En Asturias vivimos tiempo de relevo en líderes o aspirantes, y ocurren cosas curiosas. La formación más pragmática por naturaleza, el PP, se ha hecho un lío con la candidatura de Francisco Álvarez Cascos haciéndole un flaco favor a éste o al que definitivamente sea candidato. Da la impresión de que algunos prefieren seguir perdiendo a tener posibilidades con según qué personas.

Y la izquierda, más ideológica y a veces fratricida, ha organizado sin embargo el cambio guardando las formas. No sabemos si Vicente Álvarez Areces realmente quería irse -parece que Paz Fernández Felgueroso sí- pero ya pueden montarles a Javier Fernández y a Santiago Martínez Argüelles una campaña de marketing al estilo ZP y la ceja circunfleja porque al que vota hay que entrarle por el ojo y el oído, y ninguno de los dos parece ir sobrado de imagen por el momento.

Aún queda recorrido pero veremos qué dicen las urnas, qué nos merecemos y qué lectura hacemos de nuestro karma político.

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