jueves, 4 de febrero de 2010

Nuestros cómicos

Los premios «Oh!» de teatro, una llamada de atención sobre ese reducto donde las cosas pasan de veras

El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma», decía Arthur Miller. Vete a saber si esa virtud del teatro es su principal enemigo, porque nuestra tendencia secular viene siendo la de ir justo en dirección contraria a nosotros mismos?

Curiosa historia, la del teatro. Nos ha acompañado desde que tenemos memoria y, sin embargo, lo hemos tratado con desatención a ratos y, ya en el último siglo, con desdén manifiesto. La revolución audiovisual no lo barrió, pero lo dejó temblando, y la era de internet ni siquiera ha intentado piratearlo, sencillamente no sabe -ni le importa- que existe ese bendito reducto analógico donde las cosas suceden de veras y se pueden tocar.

Los cómicos han hablado cuando nadie podía, han mantenido la memoria colectiva cuando el único soporte era la palabra dicha, han alimentado nuestra alma hambrienta y nos han impedido menguar, excitando nuestra imaginación.

Gijón le tiene especial querencia a este arte. En los noventa fue incluso motor del momento más dinámico que vivió en su historia reciente en Asturias, con la creación del Instituto de Artes Escénicas, hoy Escuela Superior de Arte Dramático, ESAD, y de la Feria Europea de Teatro para Niños, Feten. Funcionaba con notable éxito la sala Quiquilimón, de entrañable recuerdo, y las compañías empezaron a surgir.

Pero la planta creció débil, porque el apoyo perdió el fuelle inicial. Es verdad que se ha establecido un Circuito Asturiano de Teatro subvencionado por el Principado, que la ESAD hace un trabajo muy digno -aunque este año ha suprimido la especialidad de dirección de escena-, que Feten, a punto de celebrarse, es un referente internacional que ha batido récord de participación -430 propuestas escénicas de 19 países-, y que Laboral Teatro ha creado la Muestra de Artes Escénicas del Principado para poner en contacto a compañías y programadores.

Sin embargo, la industria escénica asturiana se queja del exiguo presupuesto para subvencionar montajes y del escaso apoyo a las giras fuera de Asturias, y le escuece el gasto en traer compañías de otras comunidades en las que sí se está incentivando eficientemente la producción propia.

Ésa es la llamada de atención de los I Premios «Oh!» que mañana entrega en el teatro Jovellanos la Asociación de Compañías Profesionales de Teatro y Danza de Asturias ACPTA. Su presidenta, Rosa Garnacho, afirma elocuente que se pretende generar optimismo y complicidad, y que el teatro asturiano y sus profesionales quieren ser visibles como industria con potencial propio, no como un coro de plañideras. Buen enfoque.

Hay muchas razones para redoblar esfuerzos por el teatro asturiano. Porque son cómicos, porque son profesionales y porque son los nuestros.

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